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domingo, 23 de junio de 2019

La muerte según la Biblia


La muerte es un ser viviente con cualidades de una persona: pensamientos, emociones y voluntad. Actúa con poder y libertad limitados sobre todo ser vivo: en un tiempo y espacio, también limitados (Apocalipsis 6: 8). La muerte ejerce su dominio en la tierra y nosotros somos sus víctimas como consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva al violar la prohibición expresa de parte de Dios en Génesis 2: 16 – 17. Sin embargo, Isaías profetiza (25: 8) que un día Dios le quitaría el poder que una vez otorgó a la muerte. Lo anterior se cumplió cuando Jesús destruyó por medio de Su muerte, el poder de quien tenía el dominio sobre “El Imperio de la muerte” según Hebreos 2: 14 y Hechos 2: 24. ¡El poder que tenía la muerte ahora le pertenece a Cristo! “Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y del lugar de los muertos” (Apocalipsis 1: 18). Un día establecido, ella será juzgada como una persona y con sentencia firme se ejecutará la pena (Apocalipsis 20: 13 – 14). Es verdad que la muerte es un padecimiento por el que irremediablemente hasta el día de hoy nosotros, los seres humanos, tenemos que padecer hasta la segunda venida de Jesucristo. ¡Su misión es el fracaso de la iglesia! Y aunque generación tras generación sucumba ante el poder de la muerte física, otras generaciones surgirán para que la iglesia continúe. ¡Jesús lo dijo! “Voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla.” Mateo 16: 18.

lunes, 17 de junio de 2019

Las oraciones de los santos


¿Sabías que cuando los cristianos oran, el cielo se complace? Apocalipsis 8: 1 - 5 dice que hubo silencio por todo el cielo durante media hora y que se le dio a un ángel una gran cantidad de incienso para mezclarlo con las oraciones del pueblo de Dios como una ofrenda sobre el altar de oro delante del trono. Y el humo del incienso, mezclado con las oraciones de los santos, subió hasta la presencia de Dios desde el altar donde el ángel lo había derramado. Hay cosas que acontecen en los cielos que no ves cuando oras. Las alabanzas que constantemente se escuchan en los cielos, de repente son silenciadas ¡Todos callan! El cielo entero se detiene para oír las oraciones de los santos que están a punto de ser elevadas a Dios. ¡Las necesidades de los cristianos son más importantes para Dios que todas las alabanzas de cielo! Hasta los ángeles cooperan añadiendo incienso a las oraciones de todos los santos y ayudan para que estas plegarias lleguen a la presencia del Eterno ¡A su mismo trono! Incienso viene del latín “encender”. Hay una intervención divina que añade fuego a nuestras oraciones, dado que antes de que lleguen a la presencia del Trono de Dios necesitan estar encendidas mediante el filtro angelical. Todos tus momentos de quebrantamiento, de devoción profunda y de compromiso con la santidad de Dios suben a Su trono y son contestadas con truenos, relámpagos y terremotos: Una tremenda confrontación de fuerzas espirituales que hace desaparecer todas tus tinieblas.

domingo, 16 de junio de 2019

Algo le pasa a mi héroe

Algo le pasa a mi héroe, algo le pasa, tan solo veo un vacío en su mirada. Algo le pasa a mi héroe, no dice nada, no repite las historias que me contaba. Algo le pasa a mi héroe, perdió sus fuerzas, ya no pronuncia mi nombre, no lo recuerda. Ni su cuerpo ni su mente son lo que era, pareciera andar flotando por las estrellas. Sin querer entró en un mundo donde no hay penas ni glorias, cada paso que va dando va borrando una memoria. Veo que el árbol de su vida poco a poco se deshoja y aquel roble que era fuerte con los años se desploma. Yo le hablo de nosotros de las cosas que vivimos, que tengo su mismo nombre y que llevo su apellido. Que me ha dado dos hermanos, que le vivo agradecido porque ha sido el mejor padre que pueda tener un hijo. El me escucha, pero no me habla… Algo le pasa a mi héroe, donde se iría aquel que fuera mi ejemplo, que era mi guía. Se ha convertido en un niño, quien lo diría. Ahora nos toca cuidarlo como él lo hacía. Y mi madre le dedica cada hora de su día manteniendo la promesa de amarlo toda la vida. Y los nietos van creciendo, se hace grande la familia y si sus ojos hablaran seguramente diría que nos conoce todavía. Algo le pasa a mi héroe ¡Algo le pasa! (Víctor Manuelle)


lunes, 10 de junio de 2019

Tres tipos de hombre


“El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios… porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2: 14). “Les he estado hablando como si fueran niños en la vida cristiana, como a carnales, y no he podido hablarles como a cristianos espirituales” (1 Corintios 3: 1). El apóstol Pablo divide al hombre en tres categorías. En primer lugar, un hombre natural que vive de acuerdo con lo natural. La palabra de Dios, sus promesas, su Gracia y la fe son cosas incomprensibles. Está limitado por su entendimiento finito y racional. Es un inconverso que no ha nacido de nuevo y por tanto no puede ver el reino de Dios (Juan 3: 3). Cuando nacemos, todos somos carnales y cuando nacemos de nuevo esta carnalidad persiste. Tal era el caso de los corintios, los cuales eran cristianos carnales o niños inmaduros en su vida cristiana. Debe quedar claro que la carnalidad del hombre no es removida por medio de la conversión, la cual es una experiencia que ocurre en un instante. La carnalidad debe ser removida por medio de la obra de santificación, la cual es un proceso continuo y es la voluntad de Dios según 1 Tesalonicenses 4: 3. El hombre espiritual crucifica continuamente los deseos de la carne. Es transformado y piensa como Cristo piensa. ¡Su deseo es agradar a Cristo! El hombre espiritual es dirigido por el Espíritu. Mientras aprendemos a seguir a Jesús, aprendemos también a sentir la dirección del Espíritu. Jesús dijo: “Mis seguidores son como las ovejas, que reconocen la voz de su pastor, y él las conoce a ellas. ¡Mis seguidores me obedecen!  (Juan 10: 27)