Abuelo, escápate un ratito del cielo y ven a abrazarme… por favor.
Cuanta falta me hace tu apoyo, tu preocupación por mí, tus historias y tus
buenos momentos. Me quedé con las ganas de decirte ¡Cuánto te echo de menos! Sé
que me quisiste como a nadie y que siempre estuviste dispuesto a dar todo lo
que tenías sin mirar el precio. Extraño tanto la plata de tu pelo y el oro de
tu corazón. Extraño tu mano acariciando mi rostro… lo único que hoy roza mi
cara es una lágrima por tu recuerdo. Abuelito, escápate del cielo un ratito y
dame un abrazo fuerte ¡Lo necesito tanto! Haría lo que fuera por escuchar una
sola vez más una de tus miles de historias. Alguien dijo que como Dios no podía
estar en todas partes, creo a los abuelos, seguramente ¡El mejor invento del
mundo! Aunque no me hayas dado la vida, querido abuelo, me enseñaste a vivirla.
Nunca me llegaré a acostumbrar a tu partida de este mundo. Me tranquiliza que
tuviste una vida larga y feliz y que la disfrutaste al máximo. ¡Sí! Ya sé que
no te gusta verme triste… Solo me consuela el hecho de que yo tengo allá arriba
entre las estrellas, alguien que nunca olvidare. Sonrío al recordar aquella vez
que te pregunté por que el cielo era tan azul. Y tú contestaste –Porque para hacerte
feliz, mi niño, me trague todas las nubes negras. Abuelo, escápate un ratito
del cielo y ven a abrazarme… por favor.