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sábado, 24 de junio de 2017

Daniela


¿Sabías que los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto? Así somos, solo aprendemos a ser hijos después que somos padres. Y solo aprendemos a ser padres después que somos abuelos. Es verdad que mis hijos me llenan el corazón de amor y felicidad, pero mi nieta lo desborda de ternura. ¡La joya más bonita que puedo tener alrededor de mi cuello son los brazos de mi nieta! Cuando veo a Daniela jugar, recuerdo a mis hijos. Las tres veces que fui padre sentí que Dios me dio un pedacito de cielo pero cuando fui abuelo sentí que me dio un nuevo sol para iluminar mi vida. Dice un proverbio gales que: “El amor perfecto a veces no llega hasta el primer nieto”. De verdad que los nietos son la recompensa de Dios por llegar a viejo. El corazón de los abuelos late junto al corazón de sus nietos, en el silencio de la noche así como en la luz del sol de cada mañana. Más allá de todo, ese lazo invisible de amor sublime los mantendrá unidos y no habrá fuerza que pueda cortarlo. Los abuelos que crían a sus nietos dejan huellas en sus almas. Decía Donald A. Norberg que: “Seguramente dos de las experiencias más satisfactorias de la vida son ser nieto o ser abuelo”. Si hay algo peor que privar a un abuelo de su nieto, es privar al nieto de su abuelo…