Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda
el alma. Cuando la gratitud es absoluta las palabras sobran… Sonrió, no porque
mi vida es perfecta, sino porque aprecio lo que he recibido, lo que tengo y
todo lo que aún está por llegar. ¿Sabías que cuanto más agradeces las cosas buenas que hay en tu vida, más
cosas buenas que agradecer se manifiestan? “La gratitud, decía Cicerón, es la
madre de todas las virtudes”. Agradezco a Dios todos los días por la dicha de
poder decir que hay a mi lado gente maravillosa que me apoya sin yo decir una
sola palabra… Nunca es demasiado el agradecimiento, a quien no te ha abandonado
en tus peores momentos, a aquellas personas que hacen mi carcajada más sonora,
mi sonrisa más brillante y mi vida mejor. Gracias a todos los que he conocido y
olvidado, a los que me conocieron y me olvidaron. Gracias a los que recordamos
y nos recuerdan, a los que amamos y ya no… Gracias a los que aún nos saludan
cuando los vemos, aunque ya no nos hablemos. ¡Gracias por hacerme sonreír y
tocar mi corazón incluso a la distancia! No soy perfecto, al contrario, soy una
persona que comete muchos errores, por eso aprecio a los que se quedan conmigo
después de saber cómo soy… Todos ellos me han dado alguna lección de vida y me
han ayudado a esforzarme a ser valiente para seguir con fe. Agradezco y amo a
quienes han ayudado a mi crecimiento, por eso cada vez que bebo, recuerdo la
fuente…