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martes, 27 de junio de 2017

La uniòn hace la fuerza


Vi un hombre totalmente solo. No tiene familia, ni un hijo ni un hermano: todo el tiempo se la pasa trabajando muy duro para tratar de acumular toda la riqueza posible. Nunca está satisfecho con lo que tiene porque siempre quiere tener más. Este hombre jamás se detiene a preguntarse: “¿Para qué estoy trabajando tan duro? ¿Por qué no disfruto de la vida?” Jamás se pone a pensar si vale la pena tanto trabajar y nunca gozar de lo que produce. ¡No tiene sentido esforzarse tanto! Por eso, «más valen dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen y ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede darle la mano y ayudarle a levantarse. Pero pobre del que cae y no tiene quien lo ayude. Ese sí que está en problemas! Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas, pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para entrar en calor? ¡Moriría de frio! Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente ¡Ya no es fácil derrotarlos! (Salomón).