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martes, 27 de junio de 2017

Placeres inùtiles


Un día me dije a mi mismo: ¡Busquemos “las cosas buenas” de la vida! Voy a divertirme y a probar los placeres y  me daré la gran vida.  ¡Pero resultó un absurdo! ¡Tampoco a esto le encontré sentido! En cuanto a los placeres, ¿para qué sirven? Y concluí que las diversiones son una locura, y que los placeres no sirven para nada. Hice luego la prueba de beber mucho vino y de cometer las más grandes tonterías. Quería ver qué de bueno le encuentra la gente a sus pocos años de vida en este mundo. También traté de encontrar sentido a la vida edificándome enormes mansiones y plantando hermosos viñedos. Hice jardines y parques, y los llené con toda clase de árboles frutales. Compré esclavos y esclavas, y otros nacieron en mi propiedad. También tuve enormes manadas y rebaños. ¡Antes que yo nadie fue tan importante ni tan sabio! Llegué a tener montones de oro y plata. Tuve a mi servicio hombres y mujeres que cantaban para mí, y gocé de todos los placeres humanos, pues tuve muchas mujeres hermosas. ¡Tuve todo lo que un hombre puede desear! Hice todo lo que quise, todo lo que se me ocurrió. Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer. Disfruté plenamente de todos mis trabajos ¡Pues bien ganado me lo tenía! Luego me puse a pensar en todo lo que había hecho, y en todo el trabajo que me había costado hacerlo, y me di cuenta de que nada de esto tenía sentido; todo había sido como querer atrapar el viento. ¡En esta vida nadie saca ningún provecho! (Salomón).