Nehemías rompió a llorar cuando escuchó que el muro de Jerusalén
seguía en ruinas. ¿Por qué? Los muros significan muy poco en la mayoría de las
ciudades de la actualidad, pero en los días de Nehemías eran esenciales.
Ofrecían seguridad ante los ataques y simbolizaban poder y paz. Nehemías estaba
muy afligido por la condición de Jerusalén, pero no lo dejó así. Después de su
pena inicial, volcó su corazón en Dios y buscó la forma de mejorar la
situación. Ayunó y oró por varios días, expresando su tristeza por el pecado de
Israel y su deseo de que reviviera en Jerusalén la adoración al único Dios
verdadero. En la oración de Nehemías vemos estos elementos de la oración
eficaz: (1) Alabanza, (2) acción de gracias, (3) arrepentimiento, (4) petición
y (5) compromiso. Al final de su oración, Nehemías ya sabía que acciones debía
tomar. Cuando el pueblo de Dios ora, las decisiones difíciles se ubican en la
perspectiva adecuada y se pueden tomar las medidas adecuadas. Nehemías oró por
buen éxito en su empresa y no sólo por fortaleza para soportar los problemas.
Sin embargo su petición no tenía como objetivo obtener beneficio personal,
jerarquía o fama. Pidió éxito para la obra de Dios. Cuando los propósitos de
Dios están en juego, no dude en pedir éxito. “Te ruego, oh Jehová, esté ahora
atento tu oído a la oración de tu siervo,... concede ahora buen éxito a tu
siervo, y dale gracia delante de aquel varón...” Nehemías 1: 11