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domingo, 16 de julio de 2017

Fallar o andar en tinieblas


Josué 7 narra la historia de una inexplicable derrota que tuvo Israel ante un pueblito insignificante llamado Hai en la que murieron treinta y seis israelitas en batalla. ¿Qué paso? La reacción de Josué ante la derrota fue primeramente de dolor por los hombres caídos, luego por el futuro de la nación y finalmente por la integridad del nombre de Dios. Ante el misterio, la única cosa lógica que había que hacer era recurrir al Señor. Empezaron a salir a la luz, algunos hechos importantes: alguien había tomado algunas cosas que eran prohibidas y esto interrumpió el deseo de Dios de bendecir a la nación con otra victoria. Tan pronto se descubrió el delito comenzó la búsqueda del culpable: tribu por tribu, familia por familia, casa por casa permitió al ladrón, por la misericordia de Dios, que diera el paso al frente, confesara su pecado, arrepentirse, evitarle a la comunidad más sufrimientos y recibir su castigo. Pero el culpable no dijo nada y el pecado seguía enterrado. Por fin la búsqueda dejo solo a un hombre desnudo en su pecado frente a todo el campamento. Observe la espiral descendente del pecado de Acan: Vi… codicie… tome… escondí… Es lo que siempre sucede. En la presión del momento, la emoción del pecado secreto, la aventura y el placer prohibido anulan la razón. Acan y las personas que lo ayudaron a ocultar su pecado fueron ejecutados y quemados con todas sus pertenencias. Algunos principios importantes para recordar: 1. El pecado en el campamento apesta, y cualquiera puede detectar su hedor característico. 2.- La intranquilidad es la acompañante del pecado encubierto. 3.- Cuando se detecta el pecado Dios honra la acción inmediata, firme y rigurosa.