El ministerio cristiano sirve a los demás; la codicia se sirve a sí
misma. El ministerio cristiano utiliza las cosas para servir a las personas, la
codicia utiliza a las personas para obtener cosas. Uno puede volverse codicioso
en por lo menos cuatro áreas muy comunes: el dinero, las posesiones, la fama y
el placer. La historia de Giezi (2 Reyes 5), el servidor que se volvió codicioso,
muestra los peligros y las oportunidades que uno tiene. Esta historia es la
continuación del relato sobre Naamán, el oficial que fue sanado de su
lepra quien descubrió que la gracia de
Dios es gratis con solo pedirla. Eliseo
había sido claro que no recibiría el dinero de Naamán. Por otro lado Naamán
nunca le ofreció nada a Giezi y lo que
este siervo hizo fue deshonesto y egoísta: 1.- Siguió tras los regalos “no
aceptados” sin pensar que podía afectar el crecimiento espiritual del sirio y
sin ninguna preocupación por la reputación de su amo (V.21) 2.- Invento una
mentira bien pensada para sacar el
dinero a Naamán (V.22) 3.- Recibió de Naamán lo que no le pertenecía (V.23) 4.-
Oculto sus acciones de Eliseo (V.24) y 5.- Le mintió sin titubear (V. 25). Cuando
uno sirve a alguien la confianza es esencial y la integridad debe ser
permanente. Como es lógico, Eliseo no fue engañado, y las consecuencias fueron
trágicas ya que la lepra del general sirio le fue traspasada (V. 26-27). Giezi
perdió su futuro ministerio y si bien es cierto que se arrepintió, ¡Nunca fue
sanado!