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martes, 25 de julio de 2017

La verdadera madre


1 Reyes 3 nos cuenta de dos mujeres de vida reprensible que habían concebido y el hijo de cada una era ilegítimo. Un niño muere y el otro se lo disputan ambas aduciendo ser la madre. La madre verdadera se opone rotundamente al sacrificio del hijo, en cambio la segunda muestra entrañas insensibles, pues sabía que el hijo no era suyo. Sin duda, la segunda es una mujer mucho más depravada. Con todo, notemos que incluso ésta tiene una chispa de amor maternal por desviado que sea: Procura poseer un hijo, aunque sepa que no es el suyo. Duele reconocer que hoy en día no hay inconveniente por parte de algunas madres en hacer desaparecer un hijo, antes de haber nacido, para evitar el oprobio o la vergüenza pública que implica haber cometido una inmoralidad. Salomón se atreve a dar una orden monstruosa porque sabía que las mujeres de su país se rebelarían ante una orden semejante y no se equivocó. La verdadera madre cedió sus derechos al hijo para salvarle la vida. Hoy muchas mujeres se preguntan: ¿Cómo puedo librarme del hijo? Incluso los animales, llevados por su instinto defienden a sus hijos. Una perra defiende a sus cachorros. ¿Cómo puede, una mujer, a sangre fría permitir que su hijo sea asesinado, o mejor dicho, cómo puede dar orden para que su hijo sea destruido? La verdadera madre del hijo ilegítimo es un caso ejemplar de afecto maternal, y por él merece nuestra alabanza. Al margen de su conducta censurable en otros aspectos de su vida, la madre verdadera del niño es un ejemplo de afecto maternal, que cuando es contemplada por muchas madres en nuestra sociedad, debería causarles sonrojo.