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sábado, 8 de julio de 2017

Los diez mandamientos


En el principio había un solo mandamiento: “No comer del árbol de la ciencia del bien y del mal”. ¿Por qué Dios colocó un árbol en el huerto, para después prohibir a Adán comer de él? Dios quería que Adán lo obedeciera, pero Él le dio la libertad de la elección. Sin una alternativa, Adán habría sido como un prisionero y su obediencia habría sido hueca. Podría haber sido el único mandamiento o norma de conducta, si tan sólo se hubiese obedecido ¡Pero no fue así! Desde la transgresión de la primera ley, el hombre ha necesitado consejos y explicaciones acerca de cómo relacionarse unos con otros, y también, respecto a cómo realizar el propósito que Dios tuvo al crearnos. Los Diez Mandamientos fueron diseñados para guiar a Israel a una vida de santidad con principios que procurarían dirigir a la comunidad supliendo las necesidades de cada individuo de una manera responsable y llena de amor. En nuestros días muchas personas piensan, incluso creyentes que respetan la Palabra de Dios, que los Diez Mandamientos pueden dejarse a un lado y olvidarse. Para otros son normas pasadas de moda en nuestra era de computadoras, redes sociales y comidas enlatadas. Una comprensión equilibrada de toda la Biblia ha de incluir un entendimiento de lo que significan los Diez Mandamientos en nuestra vida sea cual fuere nuestra edad, origen, profesión, etc. Estas normas deben ser parte de nuestra conversación, meditación, de nuestra práctica y nuestro fundamento de vida: “SEÑOR, es hora de que hagas algo, pues la gente está olvidando tus enseñanzas. Amo tus mandamientos más que cualquier cosa en el mundo, aún más que el oro. Por eso obedezco tus instrucciones y rechazo el camino de maldad” Salmos 119: 126 a 128