Un tipo estaba sentado en el avión al lado de una tierna niña. El
hombre miró a la niñita y le dijo: “Charlemos. He oído decir que los vuelos
parecen menos largos si uno conversa con la persona que tiene al lado”. La
niñita, que acababa de abrir un libro para ponerse a leer, lo cerró lentamente
y dijo con voz suave: “¿Sobre qué le gustaría conversar?” “Pues no sé”, dijo el
hombre. “¿Qué tal Física nuclear?” y mostró una gran sonrisa. “Bueno”, dijo
ella. “Ese parece ser un tema interesante. Pero déjeme hacerle una pregunta
primero. Un caballo, una vaca y un venado comen lo mismo: hierba. Pero el
excremento del venado es como bolitas pequeñas, el de la vaca es blando y redondeado
y el del caballo parece una pelota de pasto seco. ¿Por qué cree usted que
sucede eso?” El tipo, visiblemente sorprendido por la inteligencia de la niña,
lo pensó un momento y luego dijo: “Hmmm, no tengo ni idea”. A lo cual la delicada
y dulce niña contesta: “¿De verdad se siente calificado para discutir física nuclear,
cuando no sabe ni caca?” “A los niños y a los bebés les has enseñado a hablar
de tu fuerza, así silencias a tus enemigos y a todos los rebeldes” Salmos 8: 2