Páginas

lunes, 31 de julio de 2017

Prudencia


Séneca dijo en una ocasión: “El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante, el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza, el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz”. Una persona prudente actúa de forma justa y con cautela, respetando los sentimientos, la vida y las libertades de los demás. El que es imprudente critica a su amigo; el que piensa lo que dice sabe cuándo guardar silencio. “El sabio no dice todo lo que piensa, decía Aristóteles, pero siempre piensa todo lo que dice”. La prudencia es esa compañera que debe ir con nosotros para medir nuestros pensamientos y para darle crecimiento a nuestro ser interior ¡Es el más excelso de todos los bienes! Cuando la prudencia llega lo inoportuno se va. El silencio se queda con gusto y la mente decide si las palabras entrarán o no en escena. Salomón decía que: “El sabio de corazón habla con prudencia, y a sus labios añade sabiduría”. El que sabe, suele hablar poco; el que habla mucho, suele saber poco. El que profundiza, suele hablar con prudencia. La precipitación se combate con la deliberación y el consejo de ahí que la prudencia nos ayuda a considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones. Por tanto, si vas a ser sincero, se también prudente, porque la sinceridad sin la prudencia puede destruir en vez de edificar, ofender en vez de animar, separar en vez de unir y hasta romper lo que debería permanecer siempre unido.