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jueves, 11 de enero de 2018

Una reaccion enfurecida


Una reacción enfurecida puede generar miedo y terror al principio, pero a medida que pasan los días y el ambiente se despeja, aparecen otras reacciones: vergüenza e incomodidad ante el descontrol de quien demostró de tal forma su furia, y resentimiento por las expresiones vertidas. Al perder los estribos, la persona airada siempre hace acusaciones injustas y exageradas. Los berrinches solo crean duda e inseguridad. Este tipo de tempestuosos estallidos suelen presagiar una caída que incluye la pérdida de respeto por parte de los demás. La persona furiosa termina pareciendo ridícula, porque su reacción suele resultar desproporcionada con respecto a lo que la provocó: Ha tomado las cosas demasiado en serio y exagerado la dimensión del daño o el insulto del que ha sido víctima. Sun-Tzu decía que: “Un soberano nunca lanza un ejército al ataque por ira; un líder nunca debiera iniciar una guerra a partir del odio”. Si una persona se enfurece con usted deberá recordar que esa ira no va solo dirigida a usted… ¡No sea tan vanidoso! La causa es mucho más grande, se remonta en el tiempo, acumula docenas de heridas previas, y en realidad no vale la pena intentar comprenderla. Usted puede revertir esa pérdida de control del otro y usarla en beneficio propio: Usted mantiene fría la cabeza, mientras que el otro la pierde. ¡No reaccionar resulta una reacción excelente! Nada es tan irritante como un hombre que mantiene la calma mientras los demás la pierden.