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lunes, 19 de noviembre de 2018

Le perdono


La vida es tan corta como para vivirla con odio y rencor hacia los demás. Por tanto, hoy decido perdonarle. Quizás no sea porque usted lo merezca, sino porque en mi corazón no acostumbro a cargar sentimientos que me detengan seguir adelante. Shakespeare decía que: “El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe”. Sin embargo, mi perdón no excusa de ninguna manera su comportamiento. Le perdono porque solo así puedo abandonar el resentimiento y contemplarle como un ser humano a pesar de todo el daño que usted me ha ocasionado. Le perdono por todo lo que usted sabía que me iba a doler ¡Y aun así lo hizo! Usted es de los que creen que pueden dañar a otro y esperar que la persona lastimada actúe de la misma forma que usted. ¡Y no fue así! Lo único que hice, en silencio, fue tratar de comprender sus razones y que fue lo que le llevó a hacer la vileza de ¡Provocarme tanto dolor! Aun no encuentro una razón válida y no sé si la llegue a encontrar. Solo sé que usted me dio una lección muy importante y la resumo en palabras de José Saramago cuando dijo que: “Los peores hijos de puta son los que menos tienen aspecto de serlo”. Y no he de negar que sentí ganas de que le pasara algo malo. Pero después pensé… ¿Para qué? Si lo malo ya lo lleva por dentro. Más bien hoy le dejo un regalo silencioso en el umbral de su puerta… Mi perdón.