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domingo, 18 de noviembre de 2018

Preguntas sin respuestas


Cuando creí que tenía todas las respuestas, de pronto, me cambiaron todas las preguntas… Y se convirtieron en preguntas que no me quieren responder, no me pueden responder o no me deben responder como si fueran habitaciones cerradas o libros escritos en una lengua muy extraña. ¿Por qué es tan difícil responder? No estoy preguntando de qué color es un espejo o de que barrio es Paquita. ¿Será que no podría vivir con las respuestas verdaderas?  O ¿Será mejor recibir mentiras por respuestas? Desde luego no serían buenas ni útiles. Entonces, ¿De qué me servirían? ¿Será que debo tener paciencia y quizá después, poco a poco, un día lejano y sin advertirlo, afloren las respuestas veraces? Dicen que el mejor maestro es el tiempo, sin necesidad que le haga preguntas el da las mejores respuestas. Definitivamente el tiempo contesta las preguntas, pero si el día que me conteste ¿Ya no me importan las respuestas? Ahora, si no me quieren responder como hasta ahora, debo entender que el silencio también es una respuesta. Y tal vez es el silencio el que me está dando todas las respuestas que necesito. A partir de hoy, no pediré más respuestas, ¡Interpretaré silencios! Sin embargo, haré una última pregunta: ¿Cuántas cosas más se han llevado a cabo a escondidas sin que yo nunca llegue a saber nada de ellas?