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domingo, 9 de diciembre de 2018

Hambre y desperdicio



El número de personas que padecen hambre en el mundo alcanza los mil millones (una de cada siete personas se va a dormir con hambre). La otra cara de la moneda es el aumento de la obesidad, padecida por uno de cada ocho adultos y originada por la falta de acceso a alimentos nutritivos debido a su mayor costo. Entonces, ¿Cómo explicar estos fenómenos si el mundo produce alimentos más que suficientes? La respuesta está en el tercio de todos los alimentos que se estropea o se desperdicia antes de ser consumido por las personas y que, accidental o intencional, conduce a una menor disponibilidad de alimentos para todos. Un 20% de la carne de vaca, un 35% del pescado y un 45% de las frutas que producimos al año se pierden. ¿Sabía que un restaurante promedio tira a la basura el 40% de los alimentos por mal preparación, por caducidad o porque el comensal lo deja en el plato? 25 mil personas mueren al día por hambre, de ellos 8500 son niños. Mientras tanto, en muchos de nuestros hogares, compramos más de lo que podemos comer y a menudo dejamos, por negligencia, que la comida caduque en nuestra nevera. Todo lo anterior demuestra que desperdiciamos más comida en el mundo de la que podrían consumir todas las personas hambrientas. Debemos mejorar nuestros hábitos de consumo y a través de actos de misericordia cristiana, que son un verdadero evangelismo, alimentar al vecino necesitado y que con ello puedan percibir una demostración visual del amor de Dios por la humanidad. ¡No tenemos excusa para olvidar al pobre y al necesitado!