Páginas

lunes, 1 de julio de 2019

El Israel de Dios


En Efesios capítulo 2: 11 al 22, el Apóstol Pablo expresa que los gentiles no debemos olvidar que antes estábamos excluidos de la ciudadanía israelí, viviendo en este mundo sin Dios y sin esperanza. Pero ahora hemos sido acercados por medio de la sangre de Cristo, el cual nos ha unido, a los gentiles, con los judíos en un solo pueblo por medio de su cuerpo en la cruz, derribando el muro de hostilidad que nos separaba a unos y otros. Dios hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida. Ahora, juntos constituimos su casa, la cual está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. Y la piedra principal es Cristo Jesús mismo. El plan de Dios, continúa diciendo el Apóstol en Efesios 3: 6, consiste en que todos los judíos como los gentiles que creen la Buena Noticia gozan por igual de las riquezas heredadas por los hijos de Dios. Ambos pueblos forman parte del mismo cuerpo y ambos disfrutan de la promesa de las bendiciones porque pertenecen a Cristo Jesús. Ya no importa, según Gálatas 3: 28, si somos judíos o no, si somos esclavos o libres sin distingo de género. Si estamos unidos a Jesucristo, todos somos iguales. Lo importante, concluye Pablo en Gálatas 6: 16, es ser una persona distinta, una nueva creación. Que la paz y la compasión de Dios estén con todos los seres humanos que ajusten su vida a esta norma; ellos son el nuevo pueblo de Dios ¡El Israel de Dios!