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martes, 13 de agosto de 2019

El maestro Quiñonez

Un proverbio en el Nuevo Testamento decía: “Médico, ¡Cúrate a ti mismo! Para hacer referencia a que los médicos son malos pacientes, debido a que deberían escuchar sus propios consejos. Al respecto mi abuela decía: “Nunca confíes en un cocinero flaco, porque si la comida es buena ¡El cocinero debe comer mucho!” Existen personas que les encanta andar corrigiendo a los demás, haciéndoles ver cada uno de sus errores, cuando los suyos son más grandes y evidentes. Aquí es donde se cumple aquello de “Corrígete a ti mismo”. Una persona que dedica tiempo a mejorarse a sí mismo, no tiene tiempo para criticar a otros. Usualmente, el que se la pasa señalando, “sabe” como vivir la vida de otros menos la propia. Como el maestro Quiñónez, que nada sabe Él, y quiere dar lecciones. Se la pasa criticando vidas ajenas, hijos ajenos, maneras ajenas de hacer las cosas y le fascina juzgar a los demás, únicamente porque los demás pecan de forma diferente a ellos. Señalar a los demás no te convierte en mejor persona. Al contrario, genera mucha energía negativa en tu vida y solo habla mal de ti. Das mucha pena, que, por quedar bien con otros, dejes en mal a otros. Antes de juzgar y criticar a los demás a sus espaldas deberías ver tu espejo y corregirte. Hazte un auto examen y pregúntate cuantos errores has cometido y cuantos son tus defectos. Verás después que ya ni tendrás ganas de seguir escudriñando en las fragilidades de los demás.