Páginas

miércoles, 13 de noviembre de 2019

¿Cuando no debe ceder una esposa?

¿Hasta qué punto debe ceder una esposa a lo que le pide su marido? Jeroboam, rey de diez tribus de Israel tenía un hijo muy enfermo.  El rey estaba ansioso para saber cuál sería el resultado de la enfermedad y no atreviéndose a ir personalmente a consultar al profeta Ahías, decidió que sería mejor que fuera su esposa, con la precaución de disfrazarse, para evitar que la reconociera. Su esposa accedió… Apenas hubo oído el sonido de los pies de la reina, Ahías la saludó diciéndole: “Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué te finges otra? Tan pronto regreses a la ciudad el hijo va a morir, porque Jeroboam ha hecho lo malo sobre todos los que han sido antes de él”. El principal pecado de la mujer de Jeroboam fue a asentir a la petición u orden de su marido, cuando esta orden estaba en discrepancia con los mandamientos del Señor. El deber que tiene la esposa a estar sumisa a su marido y hacer su voluntad tiene sus límites. El marido tiene autoridad sobre la esposa y en un caso de diferencia de opinión irreconciliable ella tiene que ceder. Sin embargo, el límite de esta sumisión lo marca la conciencia que no se puede transgredir. En cuanto la conciencia de la mujer le asegura que lo que pide su marido está prohibido por Dios, no sólo tiene que negarse a ello, sino que tiene que resistirse a cumplir sus deseos. La autoridad del marido no está por encima de la autoridad de Dios. La mujer que da su visto bueno a los designios pecaminosos del marido ya no es una «ayuda idónea para él». Le ayuda a condenarse y se condena ella al mismo tiempo.