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jueves, 2 de enero de 2020

Ring... Ring...

El 10 de marzo de 1876 Alexander Graham Bell realizó exitosamente su primera prueba de comunicación por medio de un teléfono, algo que cambiaría nuestra vida para siempre. En octubre de ese año realizó una prueba mediante un alambre tendido entre Cambridge y Boston. Para 1886 más de 150 mil personas en los EEUU tenía un teléfono. Comunicarse es maravilloso, crea vínculos y los mejora; acorta las distancias y mitiga nuestra soledad. Pero más allá de las satisfacciones que nos pude producir la comunicación humana, no existe privilegio más grande que la comunicación con Dios. Una de las partes de esa comunicación es el estudio de la Biblia en donde Dios nos habla y otra es la oración en donde nosotros hablamos a Dios. Haz un inventario de como usas el tiempo. Registra las horas que inviertes en miles de actividades y los minutos diarios que dedicas a comunicarte con el Señor. Necesitamos apropiarnos más de este vital beneficio de abrir el corazón a Dios como a un amigo. Los grandes milagros que esperas en tu vida, los elevados logros que sueñas conseguir, los lejanos objetivos que anhelas cumplir, todos estarán más cerca de ti cuando te dispongas a escuchar la voz de Dios. No necesitas tener un teléfono inteligente ni bajar aplicaciones para entrar en contacto con el Dios del cielo. Solo debes bajar tu cabeza, doblar tus rodillas y abrir tu corazón.