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sábado, 10 de octubre de 2020

La Regla de Oro


Muchos tienen la creencia de que es más fácil demostrar amor a Dios que al prójimo. Unos temen ser rechazados o esperan reciprocidad del otro. ¡Otros requieren que la otra persona actúe primero! Con estos pareceres Jesús nunca habría efectuado el más grande acto de amor ¡Sacrificar su vida!  Personas con estas creencias erróneas olvidan que el resumen de todo el Antiguo Testamento, en lo que a vida moral se refiere, así como la pieza clave del Sermón de la Montaña es “Tratar a los demás como uno quiere ser tratado” (Mateo 7: 12). El apóstol Pablo lo confirma en Gálatas 5: 14 cuando dice: “Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.” Entonces nos preguntamos: ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? La respuesta es: ¡De todas las formas posibles, siempre y en todo lugar! La Regla de Oro es un desafío a la acción, exhorta a los ciudadanos del reino a actuar haciendo el bien a los demás, mientras que la forma negativa “No hago para que no me hagan”, aunque no hace el mal y puede cambiar el carácter del hombre ¡No actúa en beneficio del otro! La regla de oro no solo exige amar al que amo o me ama, también implica que mi amor llegue al que me cuesta soportar y al que me odia. Recuerda que el amor ama a los indignos de Él y echa un velo sobre multitud de pecados (Proverbios 10: 12). Cuando amas es más fácil pasar por alto sus transgresiones y perdonar… ¿Quieres la llave que abre todos los corazones? Intenta con el amor. ¡Nunca falla porque Dios es amor y es imposible que Él falle!