Si yo puedo hablar varios idiomas humanos e incluso idiomas de
ángeles, pero no tengo amor, soy como un metal que resuena o una campanilla que
repica. Yo puedo tener el don de profetizar y conocer todos los secretos de
Dios. También puedo tener todo el conocimiento y tener una fe que mueva
montañas. Pero si no tengo amor, no soy nada. Puedo entregar todo lo que tengo
para ayudar a los demás, hasta ofrecer mi cuerpo para que lo quemen. Pero si no
tengo amor, eso no me sirve de nada. El amor es paciente y bondadoso. El amor
no es envidioso. No es presumido ni orgulloso. El amor no es descortés ni
egoísta. No se enoja fácilmente. El amor no lleva cuenta de las ofensas. No se
alegra de la injusticia, sino de la verdad. El amor acepta todo con paciencia. Siempre
confía. Nunca pierde la esperanza. Todo lo soporta. El amor no tiene fin… Ahora
permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero el más grande
de todos es el amor. (San Pablo).