viernes, 16 de junio de 2017

La omisiòn


El apóstol Santiago dijo en una ocasión que “Si uno sabe y puede hacer el bien pero no lo hace, comete pecado”. Esto se llama OMISION, una mala interpretación de la Regla de Oro. No es difícil frenar nuestra intención de causar daño a alguien; como si lo es tomar la iniciativa para hacer un bien en favor de esa persona. Justificamos nuestra indiferencia diciendo "eso no tiene que ver conmigo" o "yo no tengo la culpa" solo para adormecer nuestras conciencias.
Las lágrimas de quien camina a nuestro lado y que no enjugamos, por no querernos involucrar.
El papel tirado en el suelo que no recogemos, porque fue otro quien lo tiró.
El pedazo de pan que no compartimos, porque lo obtuvimos con nuestro propio esfuerzo, nadie nos lo regaló.
No trabajar ni un minuto más, porque el contrato dice el tiempo exacto por el cual nos pagan.
La herida que no quisimos curar, porque no fuimos nosotros quien la provocamos.
El tiempo que le negamos a alguien que necesitaba hablar, diciéndole lo ocupados que estamos.
La visita, que no hicimos,  a ese enfermo que quedó en el olvido por mil excusas y razones que inventamos.
Vivimos creyendo que con hacer lo que nos toca y no hacer mal a nadie, ya somos buenos y nos hemos ganado el cielo. No nos damos cuenta que si sólo hacemos lo que no nos cuesta, somos igual que los demás.