Una de las mejores sensaciones de la vida, es abrazar a una
persona después de haberla extrañado tanto. Ese deseo de volver a verse después
de tanto tiempo les hace recordar el roce de sus labios y las caricias que se
daban. Dos seres perfectos en distancias equivocadas que solo piensan en verse,
sin saber en qué lugar, ni en que estación o circunstancia. Sin saber si hoy,
mañana, en unos años o en algún otra vida ¡Sin saber si siendo ancianos! Solo
piensan en verse de algún modo; en algún tiempo en que sus destinos coincidan
nuevamente. Solo piensan en eso, en reencontrarse. Es cierto que ya no son los
mismos, son como dos extraños… sin embargo tienen algo en común: ¡Un recuerdo! Ernesto
Sabato decía: “Pensé tanto en ella, durante esos meses, imaginé tantas cosas,
que al verla, no supe que hacer”. ¿Qué hacer ante esa sensación de que alguien
te espera? ¿Que está deseando que pasen las horas para verte? ¡Estar juntos!
Explicarse las cosas que pasan por la cabeza de ambos y conocer la opinión de
uno y otro. “A veces tengo la idea ridícula de que todo esto es una ilusión y
que vas a volver. ¿No tuve ayer, al oír cerrarse la puerta, la idea absurda de
que eras tú? ¿Sabías que a menudo pienso en ti? Un poco en la mañana, un poco a
mediodía, un poco por la tarde y un poco por la noche. No quiero volver a
verte… ¡Quiero verte volver! Y comenzar el primer día del resto de mi vida…