¿Por qué tú? Siempre será una pregunta sin respuesta. Tan dulce,
tan pequeña, tan pronto… La tristeza es muy grande, está por todas partes y me
envuelve. Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer. ¿Pude haber
hecho algo para que no sucediera? No puedo contener la rabia de ver a la gente reír y a los pájaros cantar. ¡No puedo aceptar que
la vida sea indiferente ante tu ausencia! Sin embargo, ya tengo demasiado
sufrimiento como añadir el peso de la autoacusación, y el auto reproche. Te
fuiste, te llevaste tu intensidad y tu luz, una buena parte de mi alegría ¡Se
fue un pedazo de mí! Me encuentro profundamente dolido e inmensamente vacío.
Las 24 horas del día que antes se me hacían pocas, ahora transcurren
eternamente inútiles y dolorosas. Parece que todo el mundo sabe lo que es mejor
para mí. Unos me dijeron: –Se perfectamente lo que sientes (Quisiera gritarles
a todos: ¡No, no lo saben! –Otros también lo han pasado (No me importan los demás)
–Lo estás superando muy bien (¿Ellos que saben lo que siento cuando no me ven?)
Nadie entiende que no quiero hablar de lo que siento con absolutamente nadie.
Prefiero pensar en ello solo, porque es mío ¡Y de nadie más! Dicen que el
tiempo cura todo ¡Al contrario! Cada día que pasa se marca aún más esa
distancia entre estar y no estar que tanto me lastima ¡El tiempo no
necesariamente es sinónimo de olvido! Este dolor es tan intenso que ocupa todas
mis energías y fácilmente y sin querer me he olvidado de tus hermanos ¡Que también
están sufriendo por tu pérdida! Sé que también necesitan de mí, de mi apoyo y
de mi cariño. Necesitan sentir que ocupan un lugar en mi dolor. Quiero que
vengan, llorar juntos, recordar los buenos momentos, abrazarnos y demostrarnos
que nos necesitamos. Aún tengo la obligación de hacer lo más felices posible a
todos lo que tienen alguna dependencia mía ¡Aun existen cosas importantes en
esta vida! Algunas ya estaban antes… Y cuando me vea asediado por la tristeza,
cuando me sea imposible imponerme frente al vacío que ha dejado en mí tu ausencia,
y cuando no me funcionen las fórmulas que he inventado para ahogar el llanto ¡Recurriré
a ti! A tu ejemplo y a tu recuerdo, seguro de encontrar allí la fuerza para
levantarme y volver a sonreír; me llenaré de ti hasta sentir que ya no tengo razón
para estar triste… La misma vida me indicará el camino a seguir para que sea un
poquito más fácil seguir viviendo… Te amo mija…