Jacob había estado luchando contra Dios durante toda su vida. La pelea
junto al arroyo de Jacob simboliza una lucha de toda la vida. Hasta esta
crisis, toda su vida ha sido un constante debatirse por resistir la bondad de
Dios. Como sucede en muchas ocasiones, había estado luchando contra un Dios que
estaba decidido a bendecirlo y ayudarlo. En la lucha de Peniel (Génesis 32),
Dios está tratando de ayudar a Jacob a entender algo. Imaginamos que está
tratando de imponer a Jacob verdades que éste se niega a reconocer. Dios trata
de convencerle de que no quiere hacerle daño, de que sus intenciones no son
malas sino misericordiosas. Jacob nunca confió en nadie y decide pelear por sí
mismo, lucha aterrorizado pero indoblegable. Luego, repentinamente, lo inunda
un dolor insoportable y su pierna queda inutilizada. Ante esta situación no le
queda otra alternativa que aferrarse a su contendor y lo toma con
desesperación; el no hacerlo le enviará a la lona. -¡No te dejaré si no me
bendices!- palabras que Dios había estado esperando por más de cuarenta años.
Hubiera preferido que Jacob reconociera su impotencia y se entregara a la
misericordia de Dios mucho antes. No era su deseo someterlo de esa forma, pero
Jacob no le ha dejado alternativa. Y la respuesta de Dios no se hace esperar. Jacob
ha vencido, al declararse impotente y necesitado. ¿Será necesario que Dios haga
exactamente lo mismo con usted? ¿Se está resistiendo usted a Dios?