¿Tienes el hábito de juntar objetos inútiles, creyendo que un día…
(Ni siquiera sabes cuándo)… vas a necesitarlos? ¿Tienes el hábito de juntar
dinero, solo para no gastarlo pues piensas que en el futuro podrá hacerte
falta? ¿Tienes el hábito de guardar ropa, zapatos, muebles, utensilios domésticos
y otras cosas del hogar que ya no usas desde hace mucho tiempo? ¿Y dentro tuyo?
¿Tienes el hábito de guardar pleitos, resentimientos, tristezas, miedos y demás?
¡Deja de hacerlo! Es preciso que te deshagas de todo lo inútil que hay en ti y
en tu vida. Solo así eliminarás el miedo al cambio, el miedo a olvidar y el
miedo a que te olviden. Mientras estés, material o emocionalmente cargando
sentimientos viejos e inútiles, no tendrás espacio para nuevas oportunidades.
Los bienes necesitan circular… Limpia cajones, los armarios, bodegas, el garaje…
dona todo aquello que no uses. La actitud de guardar un montón de cosas inútiles
solo encadena tu vida. No son los objetos guardados los que estancan tu vida,
sino el significado de la actitud de guardar. Cuando se guarda, se considera la
posibilidad de falta, de carencia. Se cree que mañana podrá faltar y que no tendrás
manera de cubrir esas necesidades. Con esa idea, le estás enviando dos mensajes
a tu cerebro y a tu vida: ¡Que no confías en Dios! Y que piensas que lo nuevo y
lo mejor no es para ti. Por eso te alegras guardando cosas viejas e inútiles. Deshazte
de lo que ya perdió el color y el brillo. Deja entrar lo nuevo a tu casa y
dentro de ti mismo. Filipenses 3: 13 y 14 dice: “Hermanos, yo sé muy bien que
todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido olvidarme del pasado y me
esfuerzo por seguir adelante ¡Hacia la meta! para llevarme el premio que Dios me
ofreció cuando me llamó por medio de Jesucristo”.