Cuando Winston Churchill se vio perdido porque Hitler iba a
invadir a Inglaterra dijo que lo único que les quedaba era orar, y se armaron
en todo el país cadenas de oración. Hitler iba en camino y nunca llegó; no se
sabe que fue lo que lo detuvo en el camino. Al parecer una niebla muy intensa
lo cubrió, y se regresó para nunca más volver. Después de eso la Reina de
Inglaterra dijo un pensamiento que hasta hoy mantiene: “Le temo más a un ejército
de personas orando, que a un ejército militar”. El primer libro de los Reyes
dice: “Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh
Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante
de ti… (1 Reyes 8:28)