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jueves, 28 de diciembre de 2017

Dar para tomar


La esencia del engaño es la distracción. Distraer a la gente a la que se quiere engañar da tiempo y espacio para hacer las cosas sin que ellos se percaten. Un acto de bondad, generosidad u honestidad es la forma más poderosa de distracción, porque desarma las sospechas de los demás. Convierte a las personas en niños que aceptan ansiosos cualquier tipo de gesto afectuoso. El trabajo de un estafador consiste en hacer caer esas defensas a través de una aparente sinceridad y honestidad. ¿Quién desconfía de una persona sorprendida en un acto de evidente honestidad? Un gesto sincero y honesto –especie caballo de Troya- abre una brecha en la armadura del otro. Poca gente puede resistirse a un acto de generosidad, ni siquiera el más duro de los enemigos, y es por eso que a menudo constituye la forma perfecta de desarmar a la gente. Un regalo hacer renacer al niño que hay en nosotros, con lo cual de inmediato bajamos nuestras defensas. A pesar de que con frecuencia vemos las acciones de los demás bajo la luz más cínica posible, rara vez distinguimos algún elemento maquiavélico en un obsequio, que a menudo oculta motivos ulteriores. Un regalo es el objeto perfecto tras el cual esconder una actitud engañosa. Hace más de tres mil años un magnifico obsequio, que resultaba irresistible, hizo más por la causa griega que diez años de lucha. Un caballo fue utilizado para rescatar a la bella Helena que había sido robada por Paris y para destruir a Troya. El filósofo chino Han-fei-tzu dijo: “Cuando esté por tomar, debiera dar”.