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domingo, 31 de diciembre de 2017

La distancia magnifica

El primer hombre que vio un camello salió corriendo; el segundo se animó a aproximarse a cierta distancia; el tercero osó ponerle un cabestro. En esta existencia, lo conocido hace que todo parezca manso, ya que, una vez que nuestros ojos se habitúan, lo desconocido, que puede parecer terrible o extraño, se convierte en algo común y corriente. Y ya que estoy en el tema, les cuento que oí decir que unos centinelas apostados en la orilla, al divisar algo que flotaba a lo lejos, no pudieron dejar de gritar: “¡Una vela! ¡Una vela! ¡Una poderosa fragata!”. Cinco minutos después ya sólo era un paquebote, luego un esquife, después un chinchorro, y por ultimo apenas unos maderos que flotaban en el mar. Conozco a muchos a quienes esta historia les cabe de maravillas: Personas a quienes la distancia magnifica pero que, a medida que se acercan, terminan por no ser gran cosa. (Jean de la Fontaine, 1621 – 1695).