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domingo, 31 de diciembre de 2017

¿Por què Dios se hizo hombre?

Un granjero se encontraba solo en casa sentado ante la chimenea. De pronto, los vientos empezaron a soplar con intensidad y se desató una tormenta de nieve. Al cabo de un rato, oyó un golpazo en la ventana, luego oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera y se aventuró a salir para ver qué había golpeado la ventana, y encontró a dos gansos muertos y una bandada de gansos salvajes en su potrero. Daban aletazos y volaban bajo, en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor sintió lástima por los gansos y quiso ayudarlos. “Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó- ahí estarán al abrigo y a salvo mientras pasa la tormenta”. Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par; luego aguardó y observó con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto, pero no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero sólo consiguió asustarlas y que se alejaran más. Entró a la casa y salió con algo de pan, lo fue partiendo en pedazos y dejando rastros hasta el establo; sin embargo, los gansos no entendieron. El hombre empezó a sentir frustración; corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero, pero lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran. ¿Por qué no me siguen? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la tormenta? Reflexionando unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano. “¡Si yo fuera uno de ellos, entonces sí podría salvarlos!”, pensó. Seguidamente, se le ocurrió una idea: entró al establo, agarró a un ganso doméstico y lo paseó entre sus congéneres salvajes; el ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo; una por una, las otras aves lo siguieron hasta que estuvieron todas a salvo. Eso es precisamente lo que Dios hizo por el hombre al venir a la tierra: Nosotros éramos como aquellos gansos, estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios se volvió como nosotros a fin de indicarnos el camino, y por consiguiente, salvarnos.