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miércoles, 15 de agosto de 2018

El que mucho habla...


Alguien dijo que el que sabe, suele hablar poco; el que habla mucho, suele saber poco. El que profundiza, suele hablar con prudencia. No hables demasiado, que quien mucho habla mucho yerra y da indicios de saber poco. El sabio refrena su lengua, sabe que no tiene huesos, pero también sabe que es lo suficientemente fuerte para romper un corazón. Por eso se cuida con lo que dice. A veces dan ganas de decir muchas cosas… pero el silencio es la mejor opción. La verdadera madurez está en callar, sonreír, dar vuelta y cambiar de camino. Porque donde la ignorancia habla, la inteligencia calla. Jean Marie Odín dijo que: “Jamás se descubre mejor a un hombre que sabe poco que cuando habla mucho”.  También sucede que cuando se habla mucho, poco se hace. Los perezosos siempre hablan de lo que piensan hacer, de lo que harán; los que de veras hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen. Por tanto, ¡Haga mucho y hable poco! Demóstenes decía que: “Las palabras que no van acompañadas de hechos no valen para nada”. La gente que piensa mucho no siempre habla mucho, la gente que habla mucho no siempre piensa mucho ¡Quien habla mucho poco piensa! Recuerdo que mi abuela decía que: “El que mucho cacarea difícilmente puede enseñarte a volar”. Y que en esta vida como de verdad se aprende es abriendo los ojos y los oídos, no la boca.