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miércoles, 8 de enero de 2020

Consejos

Los consejos son algo curioso: Solemos tomarlos de quien no deberíamos. Es decir, sobrevaloramos los de los expertos acreditados mientras que menospreciamos la opinión de la gente común. ¿La razón? Le damos demasiada importancia al status. Las credenciales de esta autoridad incrementan nuestra expectativa de éxito si le hacemos caso. Y aunque sus predicciones, muchas veces, son inexactas ¡La gente les presta atención a sus sugerencias! A la mayoría de personas no nos gusta que nos aconsejen. Tendemos a valorar más nuestras propias opiniones que las de los demás creyendo que nuestros críticos son muy estúpidos para entender nuestro genio (O que los celos los corroen o que tienen motivaciones ocultas o…) que admitir que quizá tienes razón. Y persistimos con la esperanza de que las cosas nos saldrán bien, aunque las probabilidades indiquen lo contrario. Asumir la humildad requerida consiste en una tarea bastante ardua. La filosofía oriental tiene un truco útil. Según el monge coreano Haemin Sunim, es necesario bajar tus defensas, no subirlas, cuando alguien repruebe tus actos: “Aquellos que te hacen pasar un mal momento son maestros disfrazados”. Proverbios 19: 20 y 21 dice: “Consigue todo el consejo y la instrucción que puedas, para que seas sabio por el resto de tu vida. El hombre puede hacer muchos planes, pero la decisión final es del Señor”.