2 Samuel 12 nos ubica un año después de los acontecimientos de
adulterio y asesinato propiciados por el rey David y que lo tenían sumido en
una vida de hipocresía y mentira. Dios muestra su misericordia al rey a través
del mensaje enviado por medio de Natán con el cual confronta la vergonzosa
realidad de David. Al presentare ante el rey el profeta sabía que, aunque tenía
la razón, no tenía el derecho de ofenderle y que la verdad debe decirse con
sabiduría (V.1-4). David evidencia que es más fácil juzgar el pecado en otros
que en uno mismo, por lo que Natán proclama la verdad con valentía y apegado a
lo que Dios ha dicho y no a su propia opinión. Y deja en claro la existencia
del perdón pero que el pecado trae sus consecuencias. Que se puede elegir
obedecer o desobedecer a Dios, pero no se puede escoger las consecuencias de
tal decisión (V.5-12). Pero lo más importante es el impacto negativo -que
provoca en la “Honra del nombre de Dios”, el desprecio y la blasfemia por parte
de Sus enemigos cuando usted y yo pecamos (V.13-14) ¡Esto último es más
importante que nuestra propia vergüenza!
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