Querido jovencito: Atiende a tu padre cuando te llame la atención,
y muestra respeto cuando tu madre te enseñe.
Sus enseñanzas te adornarán como una corona en la cabeza, como un collar en el cuello.
Querido jovencito, si los malvados quieren que te portes mal, no te dejes llevar por ellos.
Tal vez te digan: «Ven con nosotros, ataquemos al primero que pase
y quitémosle lo que traiga.
Si se muere, que se muera, y que se lo coman los gusanos. ¡Matemos
por el gusto de matar!
Con lo que robemos, llenaremos nuestras casas y nos haremos ricos.
¡Júntate con nosotros, y juntos nos repartiremos todo lo que
ganemos!»
¡Pero no lo hagas, jovencito! ¡No sigas su mal ejemplo! ¡No dejes
que te engañen!
¡Tal parece que tienen prisa de hacer lo malo y de matar gente!
Ningún pájaro cae en la trampa si ve a quien lo quiere atrapar.
Pero estos malvados juegan con su vida y acabarán por perderla.
Acabarán muy mal los que quieren hacerse ricos sin importarles
cómo lograrlo: ¡acabarán perdiendo la vida! (Salomón)