¿No te parece extraño cómo un billete de ¢5 mil colones "parece"
tan grande cuando lo llevas a la iglesia,
pero tan pequeño cuando lo llevas a las
tiendas?
¿No te parece extraño que no puedes pensar en algo que decir
cuando oras, pero no tienes ninguna dificultad en pensar cosas de que conversar
por WhatsApp?
¿No te parece extraño cuánto nos emocionamos cuando un juego de futbol
se extiende a tiempo-extra pero nos
quejamos cuando un sermón es más largo que lo usual?
¿No te parece extraño lo difícil que es leer un capítulo de la
Biblia, pero qué fácil es leer 100 publicaciones de Facebook?
¿No te parece extraño cómo las personas desean los asientos del frente
en cualquier juego o concierto, pero
hasta se esfuerzan para buscar asientos de atrás en los servicios de la
iglesia?
¿No te parece extraño que necesitemos 2 o 3 semanas de aviso para incluir
un evento de la iglesia en nuestra agenda,
pero podemos ajustar nuestra agenda para otros eventos en el último
momento?
¿No te parece extraño cómo podemos enviar miles de chistes por
redes sociales y se esparcen como reguero de pólvora, pero cuando empezamos a
enviar mensajes acerca de Dios, la gente lo piensa dos veces antes de
compartirlos con otros?