En la novela de Julio Verne La isla misteriosa, se habla sobre
cinco hombres que se escapan de un campo de prisioneros de una Guerra Civil
mediante el robo de un globo. AL elevarse en el aire se dan cuenta que el
viento los lleva hacia el océano. Mientras observan cómo la tierra firme
desaparece en el horizonte, se preguntan cuánto tiempo logrará permanecer el
globo en el aire. A medida que pasan las horas y el globo se aproxima a la
superficie del océano, los hombres deciden que deben arrojar algo pesado a
bordo porque no tienen forma de calentar el aire del globo. A regañadientes,
arrojan zapatos, abrigos y armas, y los preocupados viajeros sienten que su
globo se eleva. Sin embargo, al poco tiempo descubren que el globo se acerca
una vez más de forma peligrosa a la superficie de las olas, así que lanzan al
mar los alimentos. Para desdicha, esto también fue solo una solución temporal y
la nave amenaza de nuevo bajar los hombres al mar. Uno de ellos tiene una idea:
pueden atar las cuerdas que sostienen la barquilla y sentarse en ellas. Luego
sueltan la barquilla que queda debajo de ellos. Al hacerlo, notan cómo el globo
se eleva otra vez. A los pocos minutos, divisan tierra. Los cinco saltan al
agua y nadan hasta la isla. Estaban vivos debido a que fueron capaces de
discernir la diferencia entre lo que era necesario de verdad y lo que no lo
era. Las necesidades que antes pensaban que no podrían vivir sin ellas eran las
mismas cargas que casi les cuestan la vida. ¿Por qué no hacer una evaluación
sincera de las cosas que quizá te frenen hoy? “Quitemos de nuestra vida
cualquier cosa que nos impida avanzar, todo peso que nos impide correr,
especialmente el pecado que nos hace caer tan fácilmente”. Hebreos 12: 1