Tu escritura es latina y tus números, árabes. Tu reloj es suizo y tu
auto, coreano. Tu computadora es americana y tu pizza, italiana. Tu democracia
es griega y tu café, brasileño. Tus vacaciones son turcas y tus alfombras,
persas. Tu petróleo es kuwaití y tu cámara, japonesa. Tu perfume es francés y
tus electrodomésticos, chinos. Tus refrescos son caribeños y tu wisky, escocés.
Tu oro es sudafricano y tu cacao, senegalés. Tu cuero es argentino y tus
modales, ingleses. Tus manteles son portugueses y tu incienso, hindú. Tu balón
es alemán y tu camisa, tailandés. Tu videoconsola es de Hong Kong y tus
estrellas futbolísticas, europeas. Tus puros son cubanos y tu gato, siamés. Tu
Cristo es judío ¿Y tu prójimo? ¿Un trabajador inmigrante al que consideras un
despreciable extranjero? 1 Juan 4: 20 Dice: “Si decimos que amamos a Dios, y al
mismo tiempo nos odiamos unos a otros, somos unos mentirosos. Porque si no
amamos al hermano, a quien hemos visto, mucho menos podemos amar a Dios, a
quien nunca hemos visto. Gandhi fue entrevistado en una ocasión y expresó: “Tengo
un gran respeto por el cristianismo. A menudo he leído el Sermón de la Montaña
y he aprendido mucho de Él. De hecho, no hay nada malo con el cristianismo. ¡Me
gusta el Cristo de ustedes! No sé de nadie que haya hecho más por la humanidad
que Jesús. Lo que no me gustan son los cristianos que no viven en base a lo que
enseñan ¡No se parecen en nada al Cristo que profesan!