Es extremadamente raro encontrar en los grandes museos del mundo
objetos antiguos que no estén rotos. En realidad, algunas de las piezas más
preciadas del mundo son sólo fragmentos que permanecen como un sagrado recuerdo
de un glorioso pasado. En el palacio real de Teherán, en Irán, puede verse uno
de los más hermoso trabajos en mosaico del mundo. Los techos y paredes
resplandecen como diamantes en reflejos multifacéticos. Originalmente, cuando
fue diseñado, el arquitecto hizo colocar grandes paneles de espejos en las
paredes. Cuando llegó el primer embarque desde París, encontraron horrorizados
que los espejos estaban rotos. El contratista los tiró a la basura y le llevó
las tristes nuevas al arquitecto. De forma sorprendente, el arquitecto ordenó
que se recogiesen todos los trozos rotos, los rompió en pequeños pedazos y los
pegó en las paredes para convertirlas en un mosaico de plateados, brillantes,
espejados trozos de vidrio. ¡Quebrarse para embellecerse! Es posible convertir
tus cicatrices en estrellas. En ciertos momentos de nuestras vidas nos
encontramos rotos. Nadie sabe lo destruido que, muchas veces, nos sentimos por
dentro, realmente no lo demostramos. Lloramos a puertas cerradas y peleamos
batallas de las que nadie nunca se entera. Es posible mejorar a causa del
quebranto. La verdadera fuerza se encuentra en recoger los pedazos. Comenzar a
reunir esos pedazos esparcidos y repararnos a nosotros mismos, sin ruido ni
sonrisas impostoras, entre cuatro paredes, en medio del silencio y lejos de la
gente...