Cuando se habla de riesgos y desastres, la vulnerabilidad es una condición
que aumenta la posibilidad de que el ser humano y los elementos del espacio
sean afectados por las amenazas. El covid-19 ha dejado al descubierto la
vulnerabilidad natural de la humanidad. La población se ha enfermado, en gran
medida porque hemos dejado de cumplir un nivel de salud adecuado, una exigencia
para la vida humana. Y, sin un buen nivel de salud, somos aún más vulnerables.
La buena salud nos hace resistentes y mejora la capacidad para oponernos a los
peligros. Pero una salubridad deteriorada crea una condición en el ser humano que
lo hace más susceptible a las amenazas. Nuestra debilidad para enfrentar
pequeños, pero letales, seres microscópicos ha quedado revelada a través del covid-19,
el cual ha demostrado el poder de atemorizar a millones, dejar ciudades
desiertas, obligar a encierros y cuarentenas, deteriorar el nivel de salud de
millones y poner a prueba los sistemas de salud y consternar al mundo ¡La preocupación
se ha apoderado de todos! Definitivamente: “somos solo polvo” Salmos 103: 14. Ahora, que tal si como hijos de Dios, en vez de racionalizar esta pandemia, hacemos un alto y reconocemos que: “… nosotros hemos actuado muy mal; nos
hemos rebelado contra Dios y hemos despreciado sus instrucciones. No hemos
hecho caso a sus servidores los profetas, quienes hablaron en Su nombre a
nuestros reyes, príncipes, a nuestros antepasados y a todo el pueblo de esta
tierra. Sí, todos nosotros… hemos sido desleales a ti. Pero tú, Señor, eres
nuestro Dios, siempre misericordioso y dispuesto a perdonarnos aun cuando nos
hemos rebelado contra ti. Todos los males que has predicho nos han sobrevenido.
Pero no te hemos buscado, Señor y Dios nuestro, ni hemos dejado nuestro mal
obrar ni procurado vivir de acuerdo a tus sabias indicaciones. Y por eso has
traído sobre nosotros este desastre. Tú eres justo en todo lo que haces, pero
nosotros no quisimos obedecer. ¡Oh Dios nuestro, oye la oración y las súplicas
de tus servidores! ¡Oh mi Dios, pon atención y escucha nuestra petición! Mira
toda la desgracia que estamos sufriendo… No te pedimos porque creamos que
merecemos tu auxilio, sino porque sabemos que tú eres misericordioso ¡Oh Señor,
escucha; por favor, ¡Señor, perdona! ¡Oh Señor, escúchanos y actúa! ¡No te
demores, hazlo al menos para cuidar la fama de tu nombre, oh mi Dios…!” Daniel 9: 5 - 19