viernes, 23 de octubre de 2020

¿Por qué testificar?


Como resultado de nuestra relación con Cristo y del cambio que Él ha operado en nuestras vidas, los hijos de Dios debemos tener el anhelo ferviente de compartir nuestras experiencias a quienes nos rodean. Por lo tanto, un testimonio es una presentación de gratitud a Dios por los hechos que rodean un suceso. Cuando somos hijos de Dios podemos testificar de su obra en nosotros, de nuestras peticiones contestadas y de cada una de sus maravillas que Él hace a favor nuestro todos los días, porque “sus misericordias son nuevas cada mañana”. Cuando Dios opera un milagro (suceso sobrenatural y fuera de todo raciocinio humano) en nosotros, Él se agrada que lo presentemos con hechos o que digamos cómo sucedió, “porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” Hechos 4:20. Aquellos que escuchen ese testimonio fortalecerán su fe y su confianza en Dios, y aguardarán con paciencia hasta ver cumplidos sus propios milagros. ¿Por qué es tan importante testificar? Primero por agradecimiento a Dios por lo que hizo, hace y continuará haciendo en tu vida y segundo, por amor a tu prójimo. Cuando testificamos debidamente lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas, obedecemos a nuestro Padre, además, nosotros mismos somos edificados con este hecho. Y lo más importante: Edificamos a nuestros oyentes a través de un poderoso instrumento evangelístico, cuando estos hechos son relatados y presentados claramente. 


 

viernes, 16 de octubre de 2020

¿Dios ama al pecador?


Mahatma Gandhi dijo: “Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador.” Esta frase ha sido adoptada por muchos cristianos y es predicada en sus pulpitos. Lo interesante es que al citarla muchos dicen: “Como dice la Biblia”, cuando realmente este dicho no está en las Escrituras. Muchas frases son regularmente mencionadas como si se estuviese simplemente citando versículos bíblicos. ¿Has escuchado: “Dios dice: ¿Ayúdate, que yo te ayudaré”? El famoso dicho “Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador” es muy conocido porque suena bien, pero nosotros no podemos adjudicar palabras a Dios, solo porque suenen “bonito”. La Biblia dice en 1 Pedro 4: 11 “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” ¿Ama Dios a los hombres pecadores? ¡Claro que si” Y la mayor muestra de su amor fue el enviar a su hijo a morir como propiciación para restaurar el hombre caído! ¡Ninguno de los esfuerzos humanos eran capaces de restablecer la relación que el hombre perdió en el Edén! Pero cuando el hombre decide rechazar a Dios y hacer caso omiso a ese sacrificio entonces el mismo se excluye del amor de Dios. Jesús dijo: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Juan 3:36


 

miércoles, 14 de octubre de 2020

Dedícate a ti mismo


Dedícate a sentirte bien contigo mismo. Debes aprender que sentirse saludable y sentirse bien consigo mismo, no es un lujo, es una necesidad absoluta y hasta que no sanes tu relación con la persona más importante en tu vida (TU MISMO) no sanarás tu relación con los demás. No eres víctima de una enfermedad emocional, tú eres el autor intelectual de todas las que generas en tu propio cuerpo. Trátate con amor y las verás desaparecer. Y no se trata de estar alegres, sino de estar en paz. La vida es muy corta para malgastar otro día en guerra contigo mismo. Si te sientes mal contigo mismo, busca en lo más profundo de tu ser, date cuenta de que nadie es perfecto, tampoco tú. Se amable contigo porque es difícil sentirse bien cuando alguien te critica todo el tiempo. Pero aún con todos tus defectos y cualidades, eres una persona única y por eso eres especial. Amarse a sí mismo es entender que no necesitas ser perfecto para ser grandioso. Existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puede mejorar y eres tú mismo. Por eso atiéndete, cuídate a ti mismo. Evalúa lo que te guste y lo que no. Pon límites a lo que sientas que te pueda dañar y abre puertas para lo bueno y agradable, aquello que te nutra y te levante. Haz lo que tengas que hacer, pero atiéndete, abrázate a ti mismo ¡Tómate un momento para apreciar lo increíble que eres! Aprende a plantar tu propio jardín y a decorar tu alma. Nada mejor para sentirse bien que ser la mejor versión de uno mismo.  


 

Fanatismo religioso


Mientras que unos cuantos “cristianos” han elaborado una fantasiosa y sobre elaborada versión del relato navideño, muchos otros “cristianos” han abrazado su propia mitología anti navideña. Poco les importa si lo que profesan se basa en hechos reales o en puros inventos nacidos del fanatismo religioso. Lo único que parece importarles es atacar una festividad que les parece ofensiva: La Navidad. Existe un mito anti navideño, sin fundamento en las Escrituras y compuesto por una complicada mitología tres personajes, sin conexión alguna entre ellos: Nimrod (Génesis 10: 8 – 9), Semíramis (La casi mitológica reina asiria) y Tamuz (el mitológico dios sirio de la fertilidad y de origen caldeo). Se dice que Nimrod nació el 25 de diciembre y se unió con su madre Semiramis, de esta unión nació Tamuz, en la misma fecha que su padre-hermano. Nimrod muere y asciende al cielo convertido en sol. En el lugar de su tumba creció un árbol que Semiramis adornaba  todos los años en la fecha de Natalicio de su hijo-esposo. Así se originaría uno de los cultos más antiguos de la humanidad. La Navidad es una fiesta cristiana si los celebrantes son cristianos y hacen de la encarnación de Cristo el centro del festejo. Colocar o no el árbol, celebrar o no la Navidad, no significa mayor o menor compromiso con los valores enseñados por Jesús. Los que han concluido no hacerlo están en su derecho, lo verdaderamente inquietante es cuando su decisión la quieren hacer válida para los demás y miden la fidelidad al Evangelio con lo que se hace o deja de hacer el 25 de diciembre. “Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones. El que le da importancia especial a cierto día, lo hace para el Señor. El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios… Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias?” (Romanos 14:5-7, 10).


 

lunes, 12 de octubre de 2020

Relatos con aguijón


La Sinagoga se había convertido en una compañía de espías que pesaban y filtraban cada palabra y acción para tener algo de que acusar a Jesús y expulsarlo. Entonces, el Maestro se dirigió al templo del aire libre y enseñó a la gente por las calles de las aldeas y por las carreteras, a la orilla del lago y en sus propios hogares. Porque a persona que tiene un mensaje auténtico que transmitir de parte de Dios, y un auténtico deseo de transmitirlo, siempre encontrará o creará las oportunidades y Dios lo va a respaldar. Cabe destacar que Cristo se dirigía a las muchedumbres sin palabras complicadas ilustrando las cosas espirituales con las cosas de la naturaleza y con los acontecimientos familiares de la vida diaria. Con un estilo de enseñar muy suyo, sabía tocar el corazón y la mente de las gentes. Sus dichos quedaron grabados en quienes le escuchaban, breves y concisos, llenos de verdad y sabiduría, pronunciados con fuerza, obligaban a sus oyentes a escuchar con atención y los apremiaban a vivir de otra manera. Su método predilecto de enseñar era “contar cuentos” o parábolas, tomados de la vida ordinaria, a través de una comparación de dos cosas en paralelo y convertida en historia narrada. Cada relato tiene un extremo en forma de aguijón, un bombardeo oculto, imposible de detectar y en cada una de ellos hay un elemento sorpresivo y novedoso. Estás parábolas llaman a la reflexión e inspira a la decisión, contienen verdades centrales y propósitos definidos.


 

Diálogo


Mario Benedetti dice que: “El secreto para un largo amor es el diálogo entre las diferencias. No hay mejor camino para solucionar problemas y arreglar errores”. Es claro que nadie quiere verse débil, por tanto, construir un proyecto común implica escuchar, renunciar, reconocer equivocaciones, aceptar fracasos y para muchos esto es un signo de debilidad.  Sin embargo, cuando hay un diálogo verdadero, ambos lados están dispuestos a cambiar, siempre con la esperanza de arreglar aquello que está mal. Por eso dialogar es un poderoso medio capaz de trascender las profundas e inevitables diferencias individuales entre los seres humanos en sus diferentes contextos y relaciones. Aristóteles decía que: “No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho”, de ahí que comunicarse en ambas vías, implica pensar crítico el cual genera paz interna y mejora la relación con los demás. Ahora, no olvidemos que todo acuerdo tiene una regla básica imprescindible: No se debe pedir ni se puede ofrecer lo que no se puede entregar porque, en esa entrega se juega la propia existencia de los interlocutores. Se debe afirmar la necesidad del otro, reconocer que estamos en deuda con los demás y que somos dependientes de ellos para nuestras vidas. Jamás existirá diálogo si no hay humildad y una fuerte e inquebrantable fe en los seres humanos. 


 

sábado, 10 de octubre de 2020

La Regla de Oro


Muchos tienen la creencia de que es más fácil demostrar amor a Dios que al prójimo. Unos temen ser rechazados o esperan reciprocidad del otro. ¡Otros requieren que la otra persona actúe primero! Con estos pareceres Jesús nunca habría efectuado el más grande acto de amor ¡Sacrificar su vida!  Personas con estas creencias erróneas olvidan que el resumen de todo el Antiguo Testamento, en lo que a vida moral se refiere, así como la pieza clave del Sermón de la Montaña es “Tratar a los demás como uno quiere ser tratado” (Mateo 7: 12). El apóstol Pablo lo confirma en Gálatas 5: 14 cuando dice: “Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.” Entonces nos preguntamos: ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? La respuesta es: ¡De todas las formas posibles, siempre y en todo lugar! La Regla de Oro es un desafío a la acción, exhorta a los ciudadanos del reino a actuar haciendo el bien a los demás, mientras que la forma negativa “No hago para que no me hagan”, aunque no hace el mal y puede cambiar el carácter del hombre ¡No actúa en beneficio del otro! La regla de oro no solo exige amar al que amo o me ama, también implica que mi amor llegue al que me cuesta soportar y al que me odia. Recuerda que el amor ama a los indignos de Él y echa un velo sobre multitud de pecados (Proverbios 10: 12). Cuando amas es más fácil pasar por alto sus transgresiones y perdonar… ¿Quieres la llave que abre todos los corazones? Intenta con el amor. ¡Nunca falla porque Dios es amor y es imposible que Él falle!


 

viernes, 9 de octubre de 2020

Dios y lo que Dios me da


Dios nunca ha prometido darte todo lo que quieras. Pero sí, prometió suplir lo que te haga falta (Filipenses 4: 19). Muchas veces crees que necesitas “algo”, sin embargo, Dios sabe de lo que realmente careces y está muy lejos de lo que tú crees que necesitas. Ahora, si por iniciativa propia nuestro Padre celestial ha resuelto el problema más grande de la humanidad al darnos a su querido Hijo ¡También puede suplir todas nuestras necesidades! Esto demuestra que Dios no escatima al dar. Satanás es experto en insinuarte que necesitas algo más de lo que Dios te ha dado y siembra “insatisfacción” al hacerte creer que necesitas de “esto” que no tienes, porque si no ¡No serás feliz! Como creyente debes ser realista del mundo en que vivimos el cual se encuentra bajo la maldición del pecado. Debes enfrentar muchas pruebas y problemas, pero puedes hacerlo de una manera diferente a como las afronta el mundo… con contentamiento. Es esa satisfacción interior y espiritual indistintamente sea cual sea la circunstancia. ¿Dónde está el secreto del contentamiento? Creer que Dios y lo que Él te da es todo lo que necesitas (Filipenses 4: 11 – 13). Diferenciando lo temporal de lo eterno y alejándote de la codicia mundanal. Pero lo más importante es que tengas un corazón agradecido, porque es imposible estar agradecido y descontento al mismo tiempo. Cuenta tus bendiciones una por una ¡Y te sorprenderá lo que el Señor ha hecho! Confía serena y profundamente de que nada ocurre en tu vida sin el conocimiento de Dios. Esto te ayudará a librarte de la amargura, del resentimiento y de la sensación de injusticia y esterilidad de muchas situaciones.


 

domingo, 4 de octubre de 2020

El testigo

 


El tribunal estaba lleno de personas expectantes, preocupadas y también de otras totalmente indiferentes. El testigo sale de un asiento y se dirige al estrado ¡Cruza una mirada con el acusado! Sabe que tiene en sus manos el destino de aquél hombre. Ni un gesto, nada. Todos están a la espera de su respuesta. Y el momento no tarda. El abogado le pregunta si estuvo el día tal y a determinada hora, con su cliente. Un si o un no, determinará si el acusado quedará o no en libertad. Su respuesta dará sustento a la versión del implicado. Será la coartada oportuna y perfecta. El silencio lo invade todo y en la fugacidad de un momento que se convierte en una eternidad, el testigo dijo: ¡No lo conozco... y no sé de qué me habla! Negarlo fue tanto como dictarle una sentencia. La Justicia sería implacable. El “antes” testigo, desconoció largos años de amistad y secretos compartidos en la intimidad de una camaradería. El testigo negó a su mejor amigo, echó por tierra la defensa y dejó sin piso cualquier argumento. Aquel, en quien confiaba el acusado, de quien esperaba respaldo y que testificara a su favor, le ha negado públicamente… ¿Y si el acusado hubiese sido usted? Usted que estaría con la esperanza de que en un momento de crisis su amigo más cercano le brindara su ayuda y sin embargo, ¿Delante de todos le niega, le desconoce? Y todavía… algunos de nosotros tenemos la osadía de juzgar a Pedro (Mateo 26: 69 – 75).