Es fácil analizar, escudriñar, y hablar acerca de los problemas
del mundo. Abundan los criticones, los quejumbrosos y los que siempre se
encuentran realizando señalamientos: “¡No puedo creer lo que hacen nuestros
funcionarios del gobierno! ¡Nuestras escuelas andan mal! ¡Lo que esta iglesia
necesita es...! ¡Si yo fuera el pastor yo haría…!”. Lo que en realidad
necesitamos no es solo discutir una situación, ¡sino hacer algo al respecto! A
menudo Dios moldea a ciertas personas con características especiales,
experiencias y capacitación. Por lo general, estas personas no tienen idea de
lo que Dios tiene guardado para ellas. Nehemías se encontraba seguro y próspero
como copero del rey persa, Artajerjes y gustosamente dejó la seguridad de su
casa y de su trabajo para seguir a Dios en una misión «imposible». ¿Acaso tiene
Dios una visión para nosotros? ¿Hay «muros» que necesitan ser reconstruidos
hoy? Dios todavía quiere que su pueblo esté unido y capacitado para su obra.
Cuando reconocemos que hay profundas necesidades en nuestro mundo, Dios puede
darnos la visión y el deseo de «construir». Con esa visión podemos movilizar a
la gente a orar y a desarrollar juntos un plan de acción.