Es increíble cómo, una sonrisa de un niño, puede cambiar por
completo los días tristes de los adultos. No menos increíble es todo lo que
podemos aprender de un niño: Como ponerse contento sin motivo o estar siempre ocupado
con algo. Cuando tenemos dudas sobre qué hacer con nuestras vidas lo mejor es
hablar con un niño, ellos ven las cosas de una forma más sencilla. Se
convierten en maestros que nos enseñan con sus acciones y emociones ¡Cuando los
niños cuentan, nuestro universo brilla! Aprendemos de los niños que a través de
sus sueños y juegos se puede llegar a donde se quiera. Sin embargo, Antoine de
Saint-Exupéry decía que: “Las personas mayores nunca son capaces de comprender
las cosas por sí mismos, y es muy aburrido para los niños tener que darles una
y otra vez explicaciones”. Como adultos hemos olvidado que los niños son el
recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro. Olvidamos
que es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos. Si queremos
ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de
sus alegrías. Debemos entender que un niño es como una mariposa en el viento.
Algunos pueden volar más alto que otros, pero cada uno vuela de la mejor forma
que puede ¡No deben ser comparados! Porque cada uno es diferente, hermoso y
especial. Deben ser tratados con cuidado porque contienen sueños y jamás
debemos subestimar sus emociones porque son puras y verdaderas ¡Sin ningún
filtro! Recuerda que la vida se vive por etapas y ¡Los niños viven la mejor!