Alguien dijo que “Nada es barato ni caro, todo es igual en la vida…
Las cosas valen tan sólo lo que cuesta conseguirlas”. El que cree que un
profesional cuesta caro, no tiene idea lo caro que cuesta un incompetente. De ahí
que la regla es contratar a los mejores y dejarlos hacer lo que saben. O contratar
a los más baratos y que hagan lo que los pongan a hacer. Todo aquel que busca
lo más barato, no puede exigir calidad. Gucci decía que: “La calidad se
recuerda mucho después de haber olvidado el precio”. Porque el precio se
olvida, en cambio la calidad permanece. Por eso a la hora de solicitar un
producto o servicio no debes olvidar las tres “B”: Si es bueno y bonito, no puede
ser barato. Si es bueno y barato no puede ser bonito. Si es bonito y barato ¡Jamás
será bueno! Existen personas que siempre andan regateando precios o denigrando
a otros por lo que cobran por un bien o servicio. Olvidan los costos y tiempo
en que se debe incurrir, experimentos, innovación y fracasos que aumentan el
valor del bien ¡Adquieres un trozo de corazón, un momento de la vida de la otra
persona! Regatear o decirles a otros lo caro de su
producto es ofender su trabajo. Hacer sin cobrar o cobrar poco es auto
condenarse a que los clientes crean que ese trabajo no tiene valor y que las
horas de desvelo no valen nada. Hazte valer para la sociedad al grado que todos
crean que eres necesario ¡Solo así serás valorado y recompensado! Si no sabes
cómo valorarte, entonces cualquiera sabrá cómo utilizarte.