Bueno es ser lo que se quiere parecer. Sin embargo, la mayor parte
de las personas prefieren parecer que ser, olvidando que no hay mayor ridiculez
que cuando quieren parecer o ser lo que no son. Y no solo es ridículo, sino que
¡Se nota! Mucha gente del “parecer” sin “ser” puebla el mundo con su
mediocridad. Ese deseo de parecer y no ser, vicia sus vidas. Si el tiempo que
invierten en parecer ser buenas personas lo invirtieran en ser realmente buenas
personas, a largo plazo les iría mucho mejor. No hay mayor perfección en el mal
que el parecer bueno no siéndolo. La mayor parte de los hombres, falseando la
verdad, prefieren parecer a ser. También están aquellos que parecen ser
felices, pero ser y parecer algo no es lo mismo. Tal vez el problema es
enamorarse de lo que parece ser y no de lo que realmente es. ¿Lo peor de
parecer algo? Es que nadie se preocupa de cómo realmente eres. José Saramago
decía que: “No todo lo que parece, es. No todo lo que es, parece”. Nadie es lo
que parece, ni nadie es quien dice ser porque no siempre lo que se ve parece
ser lo que es. Nada es lo que parece, y pocos parecen lo que en realidad son. Todos
ven lo que parecemos ser, pero muy pocos saben lo que realmente somos. Tampoco
somos todo lo que ven los demás aunque seguramente no ven todo lo que somos. ¿Ser
o parecer? He ahí la cuestión… ¡Esse quam videri! ¡Ser en vez de parecer!
Porque “Magis esse quam videri oportet”, más importa ser que parecer…