¿Sabías que el primer nombre que recibieron los seguidores de
Jesús fue “Los del camino”? Este fue un nombre que se lo pusieron ellos mismos
porque reflejaba como se veían: “En camino”. Esto sugiere que la fe en Cristo
no es algo adquirido, estático o pasivo. Sino más bien algo dinámico, activo,
en movimiento. Y está inspirada en el propio Maestro el cual, en su caminar, se
encontró con toda clase de personas necesitadas. Y Él era el caminante que se tomaba
tiempo para atender sus múltiples necesidades en una época de inmensa pobreza
para la mayoría y de enorme riqueza para unos pocos. Sus seguidores tenían
claro lo que Jesús había dicho de sí mismo, cuando dijo: “Yo soy el camino” (Juan
14: 6). Sus seguidores entendieron que el mundo no tenía que venir a ellos,
sino que ellos se sentían llamados a ir al mundo con una actitud compasiva.
Caminar es la mejor manera de sentirse vivo y hacerlo en el espíritu de Jesús,
es la mejor manera de hacer que otros vivan también. “Cristiano” fue un nombre
impuesto y de manera despectiva o acusatoria, por los paganos (no cristianos)
de Antioquia cerca del 42 d.C. y aparece por primera vez en Hechos 11: 26. El término fue adoptado posteriormente por los
mismos cristianos a los cuales el apóstol Pedro (1 Pedro 4: 14 – 16) los anima
a no avergonzarse, sino que glorifiquen a Dios por llevar ese nombre. El delito
de ser “cristiano”, a diferencia de otros delitos mencionados en el pasaje, no
es algo deshonroso sino un privilegio.