Walter Riso dice que: “Cada vez que odias, una parte de ti se
destruye. Cada vez que perdonas, te sanas a ti mismo”. Perdonar es el valor de
los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa,
sabe amar. El perdón llega cuando reconoces que nunca hubo nada que perdonar
sino que había algo que comprender. La vida se vuelve más fácil cuando aceptas
una disculpa que nunca llegó. Esto se llama perdonar en tu corazón. ¿Sabías que
perdonar a otro es perdonarnos un poco a nosotros mismos? Perdonarse a uno
mismo a veces resulta mucho más difícil que perdonar a alguien más, y es
realmente algo muy necesario. No saber perdonarse a uno mismo, es como ser dañado
sin ninguna razón por algo que no debería. Ahora, si no te has perdonado algo, ¿Cómo
puedes perdonar a los demás? Muchas veces, la persona que tienes que perdonar
es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas. Debes
aceptar con humildad tu condición real de ser humano y reconocer que no eres
perfecto pero tienes toda la capacidad de mejorar. Antes de perdonar a los demás,
aprende a perdonarte a ti mismo y pasa la página. ¡No seas tan duro contigo
mismo! Perdonar y perdonarse es soltar eso que nos tiene detenidos en el
tiempo, y al fin poder avanzar. ¡Perdónate, perdona y olvida!