miércoles, 13 de noviembre de 2019

Cuando una mujer reaviva su fe

Una mujer había perdido a su marido, y con ello el medio de sustento de la familia. Tenía un niño cuya edad no le permitía ser ningún apoyo para la casa, sino una carga material para la madre. A la viuda no le faltaban las preocupaciones y suponemos que su fe se había amortiguado gravemente. Esta mujer vivía con tantas dificultades para seguir adelante, que tenía que ir recogiendo leña echada por los caminos, a consecuencia del hambre generalizada en el país. La vida se había hecho imposible y el fin estaba cerca. Entonces, ocurre algo extraordinario. Un hombre de extraño aspecto y de avanzada edad, que se dirigía al pueblo, le dice que le traiga un vaso de agua y un bocado de pan. La mujer con una mirada triste le contestó que solo tenía un poco de harina para elaborar un pequeño pan para comerlo con su hijo y posteriormente dejarse morir de hambre. De inmediato la mujer escucha, de parte de Elías, una noticia estupenda con oídos incrédulos: «La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.» La mujer hizo la tarta y comieron los tres. Y la harina no escaseó ni menguó el aceite de la tinaja. ¡La fe de la mujer se había reavivado! ¿Cómo es posible negar la evidencia de que Dios proveía para ellos, con la intervención de aquel varón extraño, que se había quedado aposentado en la casa?