¿Te ha sucedido que la orar, pides a Dios fortaleza y Él te da
dificultades para hacerte más fuerte? Otras veces pides sabiduría y solo recibes
problemas que resolver. Le pides prosperidad y solo obtienes energía e
inteligencia para trabajar. Oras a Dios por valentía y te otorga incertidumbres
como cuando le pides favores y solo recibes oportunidades. ¡No recibes nada de
lo que pensabas! Entonces, te preguntas –¿Qué gano con orar? ¡La respuesta es
NADA! Sin embargo, hay muchas cosas que pierdes cuando oras: Ira, ego,
avaricia, depresión, inseguridad, miedo a la muerte, etc. La respuesta a la
oración no está en la ganancia sino en la pérdida. Al final, ¡Esa es la mejor
ganancia! En otras ocasiones tus oraciones van enfocadas a cosas que deseas que
Dios quite de tu vida como por ejemplo molestias y situaciones que no puedes
controlar, olvidando que: Todo lo que te produce molestia te enseña paciencia y
aquel que te abandona te enseña a ser fuerte por ti mismo. Todo lo que te enoja
te enseña perdón y compasión y todo aquello a lo que le temes te enseña coraje
y valentía. Y lo más importante, todo lo que no puedes controlar te enseña a
dejar ir. Proverbios 21: 19 dice que: “Muchos
pensamientos hay en el corazón del hombre, pero solo se realiza el propósito
divino. Al final solo prevalecen los designios del Señor”. Recuerda… ¡Aunque te
equivoques en pedir ¡Dios nunca se equivoca en darte lo que realmente
necesitas!